sábado, 10 de noviembre de 2012

Suena demasiado bien.



Arruinar tabacaleras por el exceso de  demanda de cigarrillos del después. Arruinarnos tu y yo pagando hostales baratos en pleno centro de cualquier ciudad, de esos de habitaciones cutres, pero  acogedoras, con un recepcionista que no pregunte demasiado y no nos meta prisa para marchar a la mañana siguiente. 
Mañana que no queríamos que llegase, noches eternas en un balcón viendo a la gente pasar, a la vida pasar, al tiempo pasar…Mientras hacíamos planes para no permitir que los días se escapasen sin más.

¿La verdad? Sonaban más a sueños que a cosas que pudiéramos realizar, pero a falta de dinero y con imaginación en un bolsillo podríamos permitirnos el lujo de viajar a Venecia, navegar por sus canales y perdernos en el carnaval más bonito del mundo.  Podíamos hacer que Nueva York nos  esperase y que ese verano en Argentina fuera verdad, pero siempre recordando nuestras raíces y añorando las nubes y la lluvia de Santander. 

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